20 de junio de 2011

5 Letras


Mientras el bus recorría la quinta con quince, vi esas calles inundadas de personas, carros, motos, perros y otras cosas como almacenes y mucha suciedad. En mi mente aun rondaban esas tristes imágenes de aquel velorio de donde venia, debo confesar que no conocía bien al difunto era amigo muy cercano de mi padre pero mi padre no es muy cercano a mi así que supongo que esa era la razón ,no obstante cuando me encontraba allí en la catedral justo al lado de mi papá intentaba con todas mis fuerzas de no llorar , no quería parecer de esas personas falsas que solo hacen show en este tipo de eventos , estábamos parados ya que todos los asientos estaban ocupados por unos cientos de personas, era la primera vez que veía tanta gente en una misa, gente que estaba allí por diferentes razones, por cariño, por amor, por acto de presencia o simple obligación, nosotros mi papá y yo estábamos allí por que deseábamos verlo una última vez, y despedirlo como se debía.

Mis intentos por no llorar funcionaron hasta finalizar la ultima oración, lo sacaron de la iglesia en ese ataúd que se veía tan frió, tan pequeño...

Que se veía tan irreal no había asimilado bien su muerte, sin embargo en ese preciso instante mis lagrimas brotaron como agua de un río, así de fuerte como un estornudo que se evita y prolonga, pero que al final de cuentas termina saliendo. Tuve que ponerme los anteojos de sol que me habían regalado el día de mi cumpleaños solo unas 2 semanas atrás, fue duro debo aceptar, llore con el alma, llore como si mi corazón se estuviera desgarrando, llore con tanto sentimiento como si él fuera una parte de mi vida, una parte que poco a poco se fue yendo mientras yo ausente lo ignoraba, lo sé bien, es extraño sentir eso por alguien que pocas veces había visto. Pero como no sentir todo aquello si es que él era un ser tan único, tan bueno, alguien que emanaba alegría energía y que poseía mas de unas cuantas virtudes. 
Fue el cáncer la razón de su agonía, fue el mismo el culpable de su muerte, no sé si es correcto llamarlo suicidio, más bien un acto desesperado de alguien que no podía seguir viviendo el sufrimiento tan grande que el padecía, muchos dijeron que fue lo mejor, que por fin tendría un descanso, al salir de la iglesia acordamos con mi papá que no asistiríamos a la cremación, sabíamos que era algo demasiado duro como para soportarlo, aunque él y yo siempre habíamos estado distanciados teníamos muchas cosas en común, jamás nos gustaron los entierros, ver a esa gente llorando y sufriendo , viendo a su ser querido metido en una tumba o cremado y sacado en una simple urna nos partía el corazón, así que nos dirigimos al mismo café donde horas antes habíamos estado, pedimos lo mismo de siempre, un expreso y un café los dos bien cargados, en ese momento se me vino una pregunta a la cabeza y tuve la necesidad de comentarsela a mi papá, me preguntaba por que a gente tan buena le pasan cosas tan malas, me preguntaba si Dios era justo con esas personas. Mi padre no supo responder, pensaba lo mismo que yo.

El día se me había pasado tan rápido, que hace que estaba en el colegio, en el velorio, en el café y ahora en el bus reflexionando sobre temas filosóficos como la fugacidad de la vida, lo poco felices que creemos ser, y la misma existencia personal.

Había dejado a mi padre en la terminal puesto que necesitaba coger un bus que lo regresara a la ciudad que había dejado en la madrugada, donde se encontraban sus dos hijos ósea mis hermanos, y su esposa. Desde ese instante pensé en cuando lo volvería ver, tenía la costumbre de desaparecer y el día menos esperado llegar con una invitación para beber un café y hacer tertulia un rato, el sabia mi debilidad, sinceramente no soportaba sus malos chistes, sus malas mañas sus tantos defectos y cuando iba a seguir reprochando su personalidad recordé sus muchas virtudes,

-Virtudes...

Pensé en aquel señor que hace solo unas horas habíamos dejado en aquel carro fúnebre que lo llevaría a su destino final, me asuste, y fue cuando ese terrible pensamiento me hizo pararme de repente, gritarle al conductor fuerte que parara y bajarme unas dos o tres calles más allá de la terminal, corrí como en un maratón, corrí como si unos ladrones me estuvieran persiguiendo y alcance a mi papá , estaba por subirse el bus y ya tenía las maletas listas en el portaequipajes, se sorprendió al verme allí, sudada y agitada, casi sin poder hablar

Me dijo,
-Hija que sucede ¿?

Lo mire, le sonreí y le dije,

-Nada papa solo se me olvidaba decirte, Te amo.

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