16 de abril de 2010

Un libro y un cafe


Caminando bajo la luna, sola, callada, misteriosa la vi pasar, sentí curiosidad como un niño con su juguete nuevo yo la observaba perdidamente, mis ojos clavados como estacas se posaban en su silueta era yo solo una sombra alimentándome de su luminosidad, di unos pocos pasos Me precipite y temí, guarde mi distancia, pero aquella ni se percataba de mi desapercibida y un poco ida presencia. Estábamos en un café yacían las 8pm y no me había movido ni un centímetro puesto que no quería perderme este espectáculo tan hermoso, ya era mi tercera taza de café recargado de esos que te dejan despierto y con insomnio. Ella a lo lejos de cuatro mesas poseía un libro no mas de 500 paginas que demostraba su inteligencia, su desocupe y su soledad puesto que era lo único que la acompañaba, a excepción de un capuchino a medio tomar, ella concentrada, silenciosa y muy esquiva se enredaba en su libro que por cierto con un lúgubre nombre que al pronunciarse daba escalofríos,

“un grito desesperado” era aquel.

No sabia que pensar ¿era acaso ella asocial? No losé, pero me inspiraba una intriga una intimidación unos deseos de saber de su vida y descubrir los secretos que guarda en su interior. Dio de repente un estirón, se levanto cogió su libro, tomó un último sorbo de capuchino, suspiro y se marcho, yo decepcionado agache la mirada y segundos después la vi salir, me pregunte que significado tendría aquel suspiro, que me podía revelar de aquella dama.
Yo aún en el café intentaba descifrar el acertijo del suspiro innato de aquella dama, ya eran las 10:00 y no me había marchado, los empleados empezaron a recoger las mesas, las sillas y a botar los vasos usados los cuales contenían los problemas, preocupaciones y las ansias de aquellos bebedores quienes los descargaban con desesperación. Cuando uno de los empleados se precipitaba a tomar el vaso de la hermosa y misteriosa dama, enseguida salte de un brinco, el muchacho bien parecido con un uniforme impecable, una sonrisa sincera y un poco asustado abrió los ojos y dio un paso atrás.

Preguntándome -¿si señor en que le puedo colaborar? -.

Yo le respondí un poco nervioso –eee… pues eso es mío-.

El muchacho confundido hizo un gesto y dijo -Sí señor como diga, y se marcho algo desorientado…

Con pena Salí con el cuncho de capuchino que había dejado aquella dama y que había arrebatado a el empleado del café. Era tarde y no poseía dinero suficiente para un taxi y menos para el metro, que de por sí ya había dejado de transitar. Caminaba por el central park el camino era largo y yo estaba muy agotado, los efectos del café aún no desaparecían del todo, terminé por descansar en una banca del parque, viendo salir el sol una vez más , mis agotadas fuerzas cedieron.
Soñé con ella la vi pero ella una vez mas no lo hacia, en el sueño yo la seguía hasta un risco cerca de la playa, ella se acercaba cuidadosamente miraba por última vez al horizonte y de repente saltó , ¡Quedé estupefacto!, por consiguiente Salí a correr detrás de ella pero yacía muerta , flotando en el agua , desperté sudoroso , agitado y un poco preocupado para mi sorpresa seguía yo en la banca del parque , y más de unos cuantos ojos me observaban fijamente, pero distantes, en el pasto sentada ¡la vi!...

No podía creerlo estaba paralela a donde yo me encontraba, sentía vergüenza y añoraba que ella no me hubiera visto dormido, y menos sucio y mal oliente así que rápidamente llegue a mi apartamento, me bañe me cambie y Salí a verla, de nuevo me senté en la misma banca donde horas antes había estado. Era tan bella, su cabello un poco desarreglado, negro azabache corto y ondulado ,su cara tan frágil tan delgada , como un cristal, sus ojos dos puntos negros, que gritaban con desesperación y euforia, esos labios rojos carmín tan provocativos, tan exquisitos y no, no faltaba su libro “un grito desesperado” era yo un espectador , me derretía ante su presencia , una tortura tenerla cerca y no saber su nombre , me preguntaba repetidas veces quien era y como lograba interesarme tanto, se despojaba de su cuerpo y salía a rondar mi mente , abrumado no conciliaba decir una palabra ni mover un musculo ¿ esto era real?, heme aquí espiándola. La seguí hasta una librería, al parecer donde ella trabajaba unas calles más abajo del central park, entre y disimulé ojeando unos libros no muy interesantes pero que me servían de fuga para poder verla, escogí uno al azar y fui a la caja registradora, estaba allí sentada , tome aliento y dije

-Quiero comprar este libro-.

Ella me miro y sonrió, diciendo

- Buen ejemplar, ¡grandiosa elección! -

Lo empacó y me lo entregó, dando pasos cortos, decepcionado de mi mismo me preguntaba que estupidez había dicho, ¿ni siquiera un “Hola!” Me había salido?. Probablemente ella pensaría que yo era descortés y grosero.
Al día siguiente regresé a la librería me senté , leí por unos cuantos minutos y escogí de nuevo otro libro, a el cual ni la portada le había visto , se lo di sin pronunciar una sola palabra , ella gentil mente lo empacó, cuando me lo iba a entregar alcancé a rosar su suave y delicada mano, pero aquella era tan fría como la de un difunto, me recorrió una extraña sensación, retiré la mano y solté el libro, ella lo recogió la note esta vez diferente un poco apagada , deprimida y triste, no comenté nada al respecto solo lo cogí y me fui rápidamente.

Llegué a la casa, no podía dormir el tiempo al parecer se detuvo, pero yo no lo percibía, decidí ir practicando lo que a la mañana siguiente le abría de decir a la dama, una invitación retardada pero para mi dudosa. ..

Con los primeros rayos de luz desperté, ansioso hice mi rutina, sin alterar ningún paso, tenia insomnio pero deseaba verla, conservaba una loción traída de Alemania la cual estaba intacta, me apliqué bastante y salí rumbo a la librería, mientras caminaba por la acera me percate del frívolo mundo en el que vivía, observe un payaso en una esquina muy contento, feliz con su traje, nariz roja ,zapatos grandes y cara pintada, se mofaba de las personas pero recibía dinero por ello, al lado suyo un mimo, igualmente disfrazado, aquel lo miraba con decepción y lo empezó a remedar contrariamente, el payaso se veía feliz pero el mimo lo remedaba mostrando tristeza , el payaso abrazó dos personas que pasaban por allí y el mimo, se abrazó así mismo demostrando soledad , me quedé un poco inquieto por saber que pasaría , a continuación el mimo simplemente dirigió su mirada al payaso y acentuó negativamente con su cabeza y se marchó, el payaso dirigió su mirada hacía el suelo, yo muy sorprendido entendí lo que mis ojos captaban quizá se sentían solos, tristes, frustrados y algo aburridos pero aún así disfrazaban sus penas usando una máscara, que fría y dura realidad. ¿Como un mimo en su mundo blanco y negro borró tan persuasivamente la sonrisa de aquel payaso? Quizá por la necesidad de subsistir. –pensé-.

Seguí mi camino y llegue a la librería, entré y no la vi , así que casi arrastrando los pies me senté en un sillón de la librería y empecé a leer , los horas pasaron y ella nunca llegó, cuando un hombre ya mayor, y muy amable me pregunto

-¿espera a alguien, joven? -

Yo le aburrido respondí -Pues buscaba a la señorita de la caja registradora, pero veo que no está-. El señor me respondió con una pregunta

-¿es usted amigo de Elizabeth?-

callé pensando en ese nombre tan puro…

Enseguida Sonreí y dije

-Sí, ella, si soy su amigo, el señor me respondió, lamento informarle que ella ha sufrido un grave accidente…

(Se oscureció mi mundo en aquel momento), el señor seguía hablándome pero no escuche sus palabras, solo salí de allí diciendo gracias. Un dolor tan intenso me carcomió las entrañas, mi corazón se detuvo no pude respirar, y simplemente lloré….

Desahogué tantas lágrimas al vacio, a la nada, luchaba contra la ira que sentía pero era tan poderosa, y bien justificada que desistí. Palabras, imágenes y recuerdos me estremecían, y caí...
2 horas más tarde una llamada, se asomaba por encima de mi miseria.

Contesté… era el señor de la librería y me explicaba que había conseguido el número de mi teléfono en los registros de la librería y que Elizabeth había fallecido…

¡quedé anonadado! Mi voz se quebró, el amable señor con su notable tristeza me comentó que Elizabeth había dejado una razón con él antes de fallecer, que por ningún motivo dejara de ir a la librería y que por favor revisara los libros que yo días antes había comprado.

Luego colgó, y Salí acelerado a desempacar los libros, tome uno y en la primera página decía -hola, ¿cómo te llamas?- Lo había escrito ella.

Desempaqué el segundo libro -¿por qué no me respondes? Sé que me seguiste al café, al parque y a la librería-, decía.

Se escaparon algunas lágrimas y golpeé la pared, sentía el infierno en carne propia, se despellejaba mi corazón lentamente. No Salí en dos días y al tercero decidí volver a la librería, entré me dirigí a la sección donde acostumbraba posarme para poder verla, y por primera ves sentí que algo me llamo la atención, una portada negra lo saque y para mi asombro era el libro de ella,” ¡un grito desesperado!” , me senté y empecé a ojearlo, en el una nota que decía

-hace tiempo me atraes, quiero invitarte a tomar un café, pero no sé cómo-.

El señor amable de aquel día se acerco diciendo - ella planeaba entregárselo-.

Triste me marché de la librería, grité y empecé a caminar agobiado llegué a mi apartamento empecé a buscar desenfrenadamente el vaso de capuchino de la dama, lo observe detenidamente y comprendí el por qué ella leía el libro, era tan misteriosa, tan diferente, y porque estaba tan sola. -Lo raro no es malo solo diferente- Pensé, al saber la verdad, me senté con el libro y el capuchino y empecé a leer, segundos después comprendí la ironía, ahora yo estaba en el lugar de ella solo con un libro y un café, desolado y sin mascaras…

1 comentario:

Unknown dijo...

ya esta arreglado, contentos? jaja pienso que quedo mejor ...